:: año nuevo

 Es invierno y año nuevo.

No te conoce nadie.
Lejos de las estrellas, de las lluvias de luz,
yaces bajo el clima de las piedras.
No existe un hilo que te traiga de vuelta.
Tus amigos dormitan en la oscuridad
del placer y no logran recordar.
No te conoce nadie. Eres vecino de nada.
No ves la lluvia cayendo y el hombre alejándose,
el viento sucio soplando sus cenizas a lo largo de la ciudad.
No ves al sol arrastrando a la luna como un eco.
No ves al corazón herido estallar en llamas,
las calaveras de los inocentes convirtiéndose en humo.
No ves las cenizas de la abundancia, las miradas sin luz.
Ya ha pasado. Es invierno y año nuevo.
Los sumisos están arrojando sus pieles al cielo.
Los desesperados están sufriendo el frío junto a quienes nada
tienen que esconder.
Ya ha pasado y nadie te conoce.
Hay luz astral a la deriva sobre el agua negra.
Hay piedras en el mar que nadie ha visto.
Hay una orilla y la gente espera.
Y nada regresa.
Porque ya ha pasado.
Porque hay silencio en lugar de un nombre.
Porque es invierno y año nuevo.

"Elegía a mi padre” - 6 “ El año nuevo" Windhover, 1978

 
imagen:: calber

::el 29 de noviembre de 2014 murió Mark Strand, cada año a finales de mes conmemoro también el aniversario del blog, y renuevo el diseño de la cabecera de “lo último, por amor al arte” como acto de regeneración. Esta elegía está dedicada a su padre, Robert Strand 1908-1968. «Es invierno y año nuevo», queda atrás un tiempo de incertidumbre en que otro padre fue importante, en el blog dejé constancia de ello y de otras cosas comunes. Una de las cualidades que adoro de la poesía de Strand es su forma de contar lo ordinario, y como a fuerza de indagar en ello lo transforma en extraordinario. «No te conoce nadie» dice, como presagio. Nadie conoce a tantos que faltan, nadie conoce ni a los que quedan. A pesar de tener cientos de seguidores, me queda la sensación de vacío, que nadie se percata de lo que realmente ocurre en el “amor al arte” y esa idea es contradictoria y paralizante. Algo parecido a lo que Strand llama “lo casi invisible”. Me basta releer la elegía para imaginar lo que quiero recordar del año viejo, del pasado. Y también lo que quiero celebrar justo ahora que estamos entrando en el año séptimo del blog, en el año nuevo. «Y nada regresa», sí, disfrutemos pues lo que tenemos.

 

______________________  aniversarios:

:: STRAND

 Fui explorador en el Polo


En mi juventud fui explorador en el Polo,
pasé incontables noches y días helándome
de lugar vacío en lugar vacío. Finalmente,
dejé de viajar y me quedé en casa
y creció en mí un repentino exceso de deseo

como si me atravesara un resplandeciente

haz de luz de los que se ven en los diamantes.

Llené página tras página con las imágenes de las que había
    sido testigo...

El ruido del hielo en el mar, glaciares gigantes, el blanco
    azotado por el viento

de los icebergs. Luego, no tenía nada más que decir, me detuve
y dirigí la mirada hacia lo más próximo. Casi al momento
apareció entre los árboles frente a mi casa

un hombre con abrigo oscuro y sombrero de ala ancha.

La forma en que miró al frente y se quedó quieto,

sin mover las piernas, los brazos colgando,

me hicieron pensar que lo conocía.

Pero, cuando levanté la mano para saludar,

retrocedió un paso, se volvió, empezó a desvanecerse

como el anhelo se desvanece hasta que no queda nada de él.

Mark Strand: "Hombre y camello. Poemas", ed. Visor, 2010.

 
imagen::calber

_ strand #1 29_11_2015 :: AÑO 2 | Falleció Mark Strand, poeta de la nostalgia, el 29 de noviembre del año pasado y todo sigue igual, bueno el blog que nació entonces continúa creciendo bajo su oscuridad. “Llené página tras página con las imágenes de las que había |    sido testigo…”. Todo eso pasó hace un año o pasará de aquí a cinco años. Lo creado se desvanece “como el anhelo se desvanece hasta que no queda nada de él”

 
I had been a polar explorer

I had been a polar explorer in my youth

and spent countless days and nights freezing

in one blank place and then another. Eventually,

I quit my travels and stayed at home,

and there grew within me a sudden excess of desire,

as if a brilliant stream of light of the sort one sees

within a diamond were passing through me.

I filled page after page with visions of what I had witnessed?
groaning seas of pack ice, giant glaciers, and the windswept
    white

of icebergs. Then, with nothing more to say, I stopped
and turned my sights on what was near. Almost at once,
a man wearing a dark coat and broad-brimmed hat
appeared under the trees in front of my house.

The way he stared straight ahead and stood,

not shifting his weight, letting his arms hang down

at his side, made me think that I knew him.

But when I raised my hand to say hello,

he took a step back, turned away, and started to fade

as longing fades until nothing is left of it. 




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