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Después
de una cosa así, las personas creamos acerías a la entrada de las minas
como refuerzo. Aquí me veis con el peso de la carne entre mis brazos,
una saca de carbón azul, el homenaje a la tierra herida. Voy a dar unas
pinceladas sobre la explotación minera de Saint-Etienne que estuvo viva
en el siglo pasado. Por entonces residíamos en la casa Couriot, la casa
que fue del ingeniero. En ese pozo nos debilitamos, manchamos nuestras
venas y manos de melancolía. Cada mayo se repite el proceso, comienza
la extracción de las emociones, después llega la guerra y el nivel de
aprovechamiento desciende y ocurre el sufrimiento. El cierre de la
galería se produjo en septiembre del año 1976, por última vez. Según
estudios realizados por la escuela de minería habría quedado materia
prima para toda una vida. En el fondo de la imagen se puede observar una
masa boscosa, es el patio de la infancia, el recinto estaba rodeado de
rosales en flor y triángulos blancos. Más lejos se ve una serie de
montañas artificiales, creadas de forma artificial tras arrojar allí el
desecho de los recuerdos acumulados. Algunas zonas de la memoria se
encuentran ya frías y ha surgido vegetación en las últimas vetas. Todo
sigue como lo dejamos. La excavación está idealizada, es un proyecto
asombroso, que evocamos como lugar de recreo. Algunos aún trabajamos
allí, con lámparas en el rostro, bajo sombras minerales. Sí, había
accidentes en el túnel, a estas alturas ya sabemos que la gruta es un
trasunto de la vida, y hubo pérdidas, desgracias. Cuando algo así
ocurría se podían localizar los datos de la víctima a través de la
identidad de sus huesos o a escondidas apurar el cáliz. Se mueren las
huellas en el umbral del yacimiento. La mina es ahora un museo borroso
rodeado de signos raros y alegres de oscuridad.
*(44) a Gema Sánchez García 26 mayo 1976 - 15 septiembre 1976